Por Hector Torres

Rehuir los problemas, dejar para después su atención o verlos de lejecitos es el peor error que puede cometer cualquier ser humano y es más lamentable cuando esa postura la adoptan los gobernantes que están ahí, en sus cargos, por la ciudadanía que les mostró su confianza con el voto.

Por eso es de reconocer que Silvano Aureoles Conejo, ante las embestidas del gobierno de Donald Trump contra los migrantes y siendo Michoacán un estado eminentemente migrante, decidió acudir a la boca del lobo para dar el espaldarazo, el apoyo a los millones de michoacanos que viven en la Unión Americana.

Un “no están solos” es más que una frase, es un aliciente para que quien lo recibe encuentre la fortaleza para no cejar en la lucha por sus derechos.

Dicen que en Michoacán todos tenemos, dentro de la familia, un maestro o un migrante y, partiendo de eso, sí, efectivamente, no están solos porque todos nos habremos de unir para apoyarlos y salgan triunfantes en esa lucha por sus derechos; les asiste la razón y prueba de ello es el repudio que, en diversas partes del mundo, ha encontrado la política antiinmigrante de Donald Trump.

Ciertamente es un aliciente que Silvano Aureoles Conejo haya ido a la misma boca del lobo a espetarle a Trump que a los migrantes, en particular los michoacanos, se les respeta.

Aureoles Conejo, en Michoacán, ya ha dado muestras de que no rehúye los problemas, que no los deja para después y no los ve de lejecitos, ejemplo de ello son Úspero, Cenobio Moreno, Pinzándaro y Felipe Carrillo Puerto –conocido como La Ruana- comunidades a las que ha asistido para devolverles la seguridad y arrebatarlas de la delincuencia organizada.

Ojalá Aureoles Conejo mantenga esa postura y vuelva, cuantas veces sea necesario, a las fauces del lobo, los migrantes, y quienes tenemos en la familia uno de ellos, se lo reconoceremos.

 

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